¡Queríamos tanto a Abramóvich! | Deportes | EL PAÍS
Requisado por el gobierno inglés, el Chelsea ha disputado dos partidos sin el patronazgo de el oligarca ruso que rescató al club londinense de una quiebra segura. Ocurrió en 2003, cuando el billonario contaba 36 años. Era un desconocido con una cantidad ingente de dinero. Como tantos otros repentinos magnates, había logrado su riqueza en lo que se denominó Salvaje Este siberiano, un pozo sin fondo de materias primas, pertenecientes al estado soviético hasta su derrumbe. Cuando se privatizaron las empresas, el botín quedó expuesto a los más ambiciosos y rápidos, y sobre todo a los mejor conectados con las redes de poder. Abramóvich se movió como un relámpago. Junto a su entonces amigo Boris Berezovski, en 1996 adquirió la petrolera Sibneft.


