Marcelino ya es historia en Bilbao. Una etapa corta, de 17 meses, en los que deja un sabor agridulce. En cuanto a sensaciones, lo principal es que llegó con el recelo de San Mamés, que no le veía con buenos ojos por algún capítulo polémico en su etapa en el Villarreal, y se ha ido con el cariño de la grada, que ha reconocido su trabajo ampliamente. Una reconciliación en toda regla con un profesional que ha confesado que tuvo el mejor vestuario en sus 20 años en los banquillos. Pero su afán por encontrar la regularidad al final se ha quedado a medio camino. El técnico de las cuatro finales… Las cambiaría todas por el título copero ante la Real, una cita en La Cartuja que heredó de Garitano. La Supercopa que levantó nada más aterrizar en Bilbao, casi sin tiempo para impartir sus ideas, fue el momento culminante de una trayectoria en la que también queda para el recuerdo el fallo en momentos claves. Y al margen de la gestión deportiva, el colofón con su figura no ha sido el merecido. Los tres candidatos a la presidencia no han tenido la sensibilidad de dirigirse a él antes de iniciar gestiones con otros preparadores.