En el baloncesto en general, y suele ocurrir muchísimo en la NBA, importa que sepas adaptarte al ritmo de un partido y no tanto que tengas un comienzo negativo si, con el paso de los minutos, vas encontrando tu sitio. Las remontadas están a la orden del día, no son una novedad. Multitud de primeros instantes desastrosos se han arreglado a partir del descanso o incluso antes. El problema es la incapacidad. Tienes que poder hacerlo, claro. Sentirte libre de cadenas para poner la cabeza en su sitio y revertir las malas rachas. Los Lakers, en el back-to-back que han protagonizado ante Suns y Raptors, se han metido en los encuentros con una total falta de tensión y acierto que ha hecho que, en la difícil situación que viven esta temporada, les fuera imposible siquiera rozar con los dedos al adversario una vez que se les había ido. Si ante los Suns encajaron 48 puntos en el primer cuarto para un -26, ante los Raptors se llegó a una máxima de 6-30 con un parcial de apertura de 2-21. Toronto se cargó el partido en 9:48 minutos. Después, pese a las ganas que le entraron a LeBron James de pelear hasta el último minuto, no hubo una mejora tal como para poner en peligro al rival. El único acercamiento por debajo de la barrera de los diez puntos se produjo cuando restaban 29 segundos en el cronómetro para que se acabara la cita, que lo hizo en 103-114.