Todo lo que puede pasar en un partido pasó en el Crypto Arena. Igual que a los Lakers les está pasando todo lo que les podría pasar en una temporada marcada por (muchos, muchísimos) errores propios y una cantidad ingente de mala suerte. Como ya sabemos cómo son estas cosas, LeBron James miró la clasificación y le pareció excesivo estar con el peor récord de su carrera en el mejor equipo de la historia. Y decidió que la rodilla izquierda ya no le dolía tanto y que era hora de volver a jugar al baloncesto. Y, bien por tener razón o por la necesidad de forzar, los Lakers comieron y bebieron de su líder para conquistar un partido en el que llegaron a ir perdiendo de 21 puntos, pero también en el que iban ganando de 9 (108-99) a poco más de 2 minutos para el final y que resolvieron en la prórroga con un quinteto en el que se juntaron LeBron, Davis, Horton-Tucker, Monk y Ariza. Una concatenación de locuras que tuvieron como epicentro la pésima actuación de un Russell Westbrook que ha tocado fondo. Esperemos.