Al menos de momento, el mercado de invierno, especialmente Aubameyang y Adama (Daniel Alves y Ferran son casos distintos), ha rehabilitado a Mateu Alemany. El director de fútbol del Barça, uno de los fichajes estratégicos de Joan Laporta para su organigrama, había tenido unos primeros meses muy grises en el club azulgrana. En verano, se había limitado a confirmar los fichajes que el club tenía cerrado desde la etapa de Bartomeu: Eric Garcia, Depay y Agüero. Además, había corrido a vender a Emerson al Tottenham para meter algo de dinero (14 millones) en las arcas del club. Y poco más. Las estrecheces económicas impuestas por el anterior CEO del club, Ferran Reverter, y el asunto Messi le habían dado poco margen de maniobra. Mateu tampoco tuvo éxito en su negociación con el Atlético de Madrid para intercambiar a Griezmann con Joao Félix. El día antes del cierre del mercado, Gil Marín se echó atrás. La solución fue cerrar el fichaje de Luuk de Jong en la tarde del 31 de agosto. Con Luuk, por cierto, también tuvo que echarse atrás. Llamó a Monchi para devolverlo en enero o mandarlo al Cádiz y los goles del holandés le quitaron la razón.