Carlo Ancelotti, el triunfo del poder blando | Deportes | EL PAÍS
“Si el Madrid es feliz, yo sigo feliz. Si el Madrid no es feliz, le agradezco el tiempo que he pasado aquí”, comentaba relajado hace un mes sobre la posibilidad de continuar en el Bernabéu. El italiano nunca fue una persona de conflictos, pero, a punto de cumplir 63 años, exhibe todavía más esa distancia sin dramas de los hombres veteranos mientras saborea un trago que ya no pensaba tomarse. O un puro, como el que se fumó este sábado en el autobús del festejo de la Liga. Porque él no se imaginaba este retorno a la Castellana.