El Levante hizo más grande la herida que desangra a este Atleti. Falta fútbol, ideas, reacción en un equipo que se fagocita a sí mismo cuando no le acompaña la épica, el gol que salva en el último minuto. Un Atleti de desastre en desastre, de derrota en derrota, infame en su particular derrumbe. Hasta los pitos se han despertado en el Metropolitano. Pero es que el Atleti salió ya descompuesto, con ese miedo cerviz, a un error, a encajar, a su propia defensa, desde el primer minuto. Eran dos equipos con herida sobre la hierba. Pero uno, el Levante, salió buscando gasas y curas. Los dientes apretados, defensa de tres y presión altísima desde la primera pelota. Como si no fuera último. Como si el colista fuera el otro, el equipo que como tal se comportaba: el Atleti. Mientras el mundo miraba este martes y miércoles el regreso de la Champions, sus primeros octavos, el Metropolitano jugaba el partido aplazado por la Supercopa. Para ponerse al día en esa batalla ya su única. Y difícil. Tanto miedo hay a encajar, que entra en los partidos con aire pálido y timorato. No fue perder, fue cómo.