LEGANÉS | El orgullo reside en Butarque
, entrenador del se esmera en su función de portavoz casi único del club. Sus comparecencias son un llamamiento intenso al amor propio. Al deber de sus muchachos. Reclamación de escudo constante. “Tenemos que cumplir con nuestra profesión. No hay más motivos para competir en lo que resta de temporada. Nos estamos jugando mucho. Hay que cumplir con los deberes”, dijo ayer con tono serio. La clasificación, sin embargo, le contradice. La meritoria zona de nadie en la que se han instalado los pepineros son una invitación constante a la narcolepsia competitiva con Butarque como único elemento excitante. Como tótem de orgullo al que aferrarse.


