El fútbol. Mi semana era tranquila, sin partidos que comentar por la fecha FIFA. “Una semana sin fútbol”, me dije, antes de encontrarme de frente con un revoltijo de partidos en los que el fútbol volvió a demostrar su capacidad de seducción, atravesando países, edades, sexos… Viendo multitudes acompañando a equipos de todo pelaje, uno se pregunta: ¿Cuántos lazos entre padres, hijos y amigos ha fortalecido la pasión al fútbol a lo largo del tiempo? ¿Y cuántos lazos habrá roto por dejarle el mando a las bajas pasiones? Pero aquí sigue, lleno de energía, renovando ilusiones, animando debates, siendo divisorio en el peor de los casos, creando comunidad en el mejor. Hablamos de un juego y, como tal, de una actividad que está fuera de la realidad. Pero qué poder el del fútbol para lograr que los estadios pongan en olvido la pandemia que aún acecha y la guerra que está golpeando la puerta.