“Freddy Rincón era un talento superior, bueno para cualquier época” | Deportes | EL PAÍS
Eran los noventa y el Milán de Arrigo Sacchi gobernaba el fútbol europeo. Al otro lado de mundo, Pacho Maturana llevaba a cabo su propia revolución Caribe. La máxima expresión de ese movimiento artístico que trasladó el ritmo del vallenato a un campo de fútbol fue un jugador pausado, con una zancada prodigiosa, boya sobre la que impactaban los rivales antes de salir disparados en cualquier dirección. Freddy Rincón,, se atornillaba en el centro, en los territorios del cinco, y desde ahí dominaba el mundo entero. Los rivales pasaban desprevenidos, listos para que les robara la bola, y los compañeros para dársela y que iniciara el ataque con un caricia. Rincón nunca se dio una carrera de más en balde.