Un Lemar de claroscuros
Hace cuatro temporadas que Thomas Lemar llegó al Atlético con una vitola que se convirtió en grillete en los pies: fichaje más caro de la historia del club hasta aquel verano, el de 2018, en el que el club rojiblanco pagó 70 millones por su incorporación al Mónaco. Llegaba, además, con recomendación. La de su amigo, compatriota y compañero de selección, Antoine Griezmann, que renovaba aquel estío en el que se proclamó campeón del mundo y tras grabar La Decisión, documental en el que anunció, a lo NBA, que su elección entre Atlético y Barcelona, era «quedarse» (un año después se iría, pero esa es otra historia). Lemar llegó y brilló. Para siempre, su Supercopa ante el Real Madrid en Tallin, donde cada adornó cada jugada con confetti y exclamaciones. Y ya. Aquel Lemar no volvió a asomar por el Atlético hasta mucho, mucho después.


