En plenas fallas recibía el Levante al Espanyol en el Ciutat de València, sin José Luis Morales y con Jorge De Frutos como bandera, en un encuentro clave para mantener encendida la traca de la esperanza. El dominio y las ocasiones de los de Alessio Lisci no se tradujeron en hechos tangibles y Puado, al poco de iniciarse el segundo tiempo, en dos toques, castigaba la espalda de la defensa granota y las aspiraciones de permanencia. Un revés que durante un tiempo atenazó al Levante. Sin embargo, un golpe de suerte en forma de lesión de Diego López cambió por completo el guion del partido. Su sustituto, el joven Joan García, se comió un balón templado desde la izquierda para que Dani Gómez incendiara el Ciutat de València. Precisamente el delantero madrileño reclamó un penalti en los últimos minutos, pero Díaz De Mera, que desesperó a todos con sus decisiones, no señaló una pena máxima que habría hecho estallar al feudo de Orriols.