La pizarra salió perfecta y Will Barton sentenció el partido desde la esquina. Culminaba así un grandísimo trabajo de los Nuggets, que ganan el partido del honor y del pundonor, de la justicia poética. Probablemente la victoria de despedida a un año muy meritorio de un proyecto que las lesiones han dejado pendiendo de un hilo. Jamás sabremos, después de esas finales de Conferencia en la burbuja de Orlando, dónde podrían haber llegado los Nuggets si Jamal Murray estuviera sano. Y si le acompaña Michael Porter Jr., mejor todavía. En la edad perfecta, en el momento perfecto, la franquicia de Colorado hizo los movimientos perfectos y se vio abocada a la otra cara del deporte. Algo que les ha perjudicado en demasía y les ha dejado en puestos más atrasados de lo que estos años esperaban.