Europa se queda en el baúl del olvido, encerrada bajo siete llaves en un cuarto oscuro de San Mamés. El Celta se encargó de arruinar casi todas las opciones de un Athletic que ve la séptima plaza con prismáticos. Su peor partido en casa le lleva a la depresión. Un día para olvidar, que no hay por dónde cogerlo. Reanimó a un cuadro vigués que montó un rondo durante 90 minutos. A veces se saca estos partidazos, una faena redonda de principio a fin en la que la orquesta sonó muy afinada. Dos horas de bella música con el balón, que hacen encogerse de hombros a la parroquia de Balaidos: ¿por qué no muestra esta actitud siempre el equipo? Fue diez veces más que el Athletic en lo táctico, técnico y en la intensidad, con tres apariciones hizo un gol y dejó a Simón con tres palmos de narices porque apenas pudo lucirse. Pitada de las buenas, la primera en la era Marcelino. Merecida.