A nadie le debería sorprender, pero es imposible no sucumbir a la emoción. Cada vez que Rafa Nadal pisa una pista de tenis, la licencia para imaginar grandes gestas, remontadas épicas y guiones hollywoodienses es total. Ese 3-6, 6-7, 2-3 y 0-40 que lucía en el marcador de, cuando el win predictor del torneo sólo otorgaba un 4% de posibilidades de ganar al balear, es, seguramente, el mejor ejemplo posible. Por el momento, su significado y el contexto, tanto físico como emocional. Una remontada de época, pero que se suma a tantas otras. Lo lleva haciendo desde siempre y siempre emocionará, por veces que suceda. Es una de las grandes virtudes del deporte, es la capacidad de esos seres humanos que están tocados por la varita de la genialidad.